El arte no solo es una forma de expresión, sino también una herramienta poderosa de sanación emocional. La arteterapia ha ganado espacio en hospitales, escuelas y centros de salud mental como una manera efectiva de tratar traumas, estrés y ansiedad.

Pintar, dibujar, escribir, hacer música o modelar arcilla permite exteriorizar emociones que a veces son difíciles de poner en palabras. Muchas personas encuentran en estas actividades una forma segura de explorar su mundo interno.

A diferencia de la terapia tradicional, el enfoque artístico no exige hablar ni racionalizar lo vivido. El simple acto de crear permite liberar tensiones, ganar claridad y recuperar la sensación de control sobre uno mismo.

La arteterapia ha mostrado buenos resultados en niños con trastornos de conducta, personas con autismo, adultos mayores con demencia y víctimas de violencia. También ayuda a pacientes oncológicos a sobrellevar mejor los tratamientos.

No hace falta ser artista para beneficiarse. El proceso es más importante que el resultado. Lo que cuenta es lo que se siente al crear, no si la obra final es “buena” o “bonita”.

En un mundo cada vez más acelerado y exigente, el arte nos ofrece un refugio, un espacio de pausa y autoexploración. En muchos casos, puede ser tan sanador como cualquier medicina.

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