Después de un boom mediático y comercial entre 2021 y 2022, el concepto del metaverso —un universo digital inmersivo donde las personas interactúan como avatares en tiempo real— ha comenzado a madurar. Aunque algunos lo consideraron una moda pasajera, muchas empresas tecnológicas continúan apostando por su desarrollo, con un enfoque más realista y funcional.
Hoy, el metaverso está encontrando aplicaciones prácticas en sectores como la educación, el trabajo remoto, la medicina y el entretenimiento. Grandes compañías están desarrollando entornos virtuales para reuniones, capacitaciones o simulaciones industriales, mientras las universidades exploran aulas inmersivas que rompen con las limitaciones físicas. Incluso se están realizando cirugías asistidas en entornos virtuales 3D, entrenamientos militares y pruebas de diseño arquitectónico en tiempo real.
El hardware también avanza: cascos de realidad mixta como el Apple Vision Pro o Meta Quest 3 están haciendo que la experiencia sea más accesible, intuitiva y realista, un paso clave para que el metaverso deje de ser solo una promesa.
Sin embargo, los retos siguen presentes: alto costo de acceso, fragmentación de plataformas, escasez de contenido útil, y preocupaciones por la privacidad y el bienestar mental en entornos hiperconectados.
Más que una segunda vida digital, el metaverso podría convertirse en un espacio complementario, donde la interacción humana, el aprendizaje y la colaboración evolucionen hacia nuevas formas de presencia virtual.





